Todo marchaba como debía ser en nuestro ciclo escolar, teníamos en puerta muchos proyectos y eventos por realizar, nuestros Arquitectos de Vida y maestros preparaban con entusiasmo su presentaciones, sin embargo, de pronto recibimos una noticia que nos cambió la vida.
Debíamos iniciar un período de cuarentena, al principio pensamos que serían sólo unos días en casa, continuaríamos con el periodo vacacional y después retornaríamos a nuestra normalidad.
No obstante las semanas previas al periodo vacacional no podíamos dejar de lado nuestras actividades académicas, por lo que teníamos que organizar la forma de trabajo y en ese instante nos dimos cuenta que desde años anteriores ya estábamos preparados para esta situación, ya que nuestra institución contaba con las redes de comunicación, la tecnología apropiada, docentes capacitados en el trabajo a distancia y alumnos conocedores de las herramientas que se tendrían que usar a partir de ese momento.
Pero no todo era perfecto, había un nivel en el que se tendría que descubrir cómo implementar la nueva forma de trabajo ya que por sus características propias de edad, contenidos, evaluación, importancia de la socialización, siempre se había considerado como 100% presencial y si bien los pequeñitos cursaban la asignatura de computación, el uso de los dispositivos tecnológicos no era parte fundamental en su vida escolar.
Por lo tanto se tuvieron que programar clases en línea tanto en español como en inglés, con horarios bien definidos y apoyo de los padres de familia, lo que ha permitido que los pequeños no pierdan sus hábitos escolares a la par que han estrechado sus lazos familiares.
Aunque en un inicio no fue fácil encontrar una solución, siempre hemos tomado los retos como oportunidades de crecimiento y por supuesto esta no fue la excepción. Las maestras comenzaron a grabar vídeos de sus clases y se los enviaban a los pequeñitos junto con las actividades, las cuales realizaban con el apoyo de sus familias. Muy pronto esto ya no fue suficiente ya que los alumnos comenzaron a mostrar mayor interés en aprender cosas nuevas aunado a que ya teníamos claro que muy probablemente no regresaríamos a las aulas en un tiempo muy largo.
En los niveles de Primaria, Secundaria y Bachillerato ajustarse a la nueva forma de trabajo fue relativamente más sencillo, cada uno de los alumnos ya tenía una Chromebook de uso personal.
Tenemos horarios específicos para las clases en línea, se da seguimiento puntual a cada una de las actividades por entregar y se envía correo a los padres de familia con lo que está pendiente, se abrieron espacios adicionales para aclarar dudas, y se sigue trabajando en los proyectos de forma colaborativa, ya que aunque no se pueden reunir de manera física, nuestros recursos tecnológicos permiten el trabajo de varias personas en tiempo real.
